Bolonia es una de esas ciudades que pocas veces tenemos en cuenta, pero desde aquí os animo a visitarla. Es una ciudad perfecta para una escapada de fin de semana, pero si no tenéis tiempo y pasáis por allí y queréis aprovechar también se puede ver en 1 día. Es lo suficientemente pequeña para poder visitarla en ese tiempo.
Nosotros volvíamos de Cinque Terre y queríamos ver lo que ofrecía la capital de Emilia-Romaña. En cuanto dejamos las maletas en el hotel(HC3 Bologna) cogimos un bus que nos llevo en 15 min al centro, además justo en frente de la parada había una tabaccheria que es donde se compran los billetes para el autobús en Italia.
Empezamos a patear la ciudad y nos encontramos con la Basílica de San Pedro, es el lugar de culto principal de la ciudad y está justamente en el corazón del centro histórico. La fachada es típica del estilo barroco y aunque es bonita, no es la más bonita de Bolonia, pero merece la pena visitarla.
Como habíamos llegado a media mañana a la ciudad se nos había echado el tiempo encima, así que no tardamos en darnos una vuelta por una de las zonas más concurridas en cuanto a restaurantes se refiere y decidimos comer en Tamburini. Es una salumeria de toda la vida en la que sirven unos embutidos muy ricos, también pedimos una ensalada, pero nada del otro mundo.
Después de comer y reponer fuerzas nos dirigimos hacia la Piazza di Porta Ravegnana que es donde se encuentra las dos torres más famosas de Bolonia. La torre Garisenda mide 48 metros y la torre Asinelli mide 97,20 metros de altura, sus nombres se deben al nombre de las familias que las mandaron a construir. Según la historia en el s. XII Y s. XIII hubo una construcción masiva de torres y todo ello creen que se debe a la competencia entre las familias ricas que las utilizaron como instrumento de defensa y símbolo de riqueza, poder y prestigio social. Se las conoce popularmente como "las torres gemelas de Bolonia", aunque como habéis leído no sean iguales, sino solamente parecidas en la construcción en mampostería. La torre Asinelli se puede visitar. La visita dura 45 min y el precio de la entrada es de 5 eur o 3 eur para niños, estudiantes y mayores de 65 años. Si os atrevéis a subir recordar que son 498 escalones. Nosotros no subimos porque veníamos con alguna agujeta que otra tras hacer el sendero de Vernazza a Monterosso al mare el día anterior.
Muy cerca de aquí os encontraréis con la Basílica de Santo Stefano. Es pequeña, pero me pareció encantadora. Abarca varios edificios religiosos y es conocida como Sette Chiese(Siete iglesias) y Santa Gerusalemme. Además se encuentra en la piazza homónima donde hay varias cafeterías y restaurantes con terrazas que hacen que la zona sea de lo más agradable.
Tras ver esta basílica con denominación de basílica menor nos dirigimos hacia una de las zonas con más ambiente de la ciudad. La Piazza maggiore donde se encuentra la basílica de San Petronio. Esta basílica conocida como la catedral que no pudo ser catedral es de estilo gótico, con su fachada inacabada de ladrillo y mármol. Destaca por sus enormes dimensiones (132 metros de largo por 60 de ancho contando con una altura de 45 metros en su cúpula), debido a esto es la quinta iglesia más grande del mundo.
Mientras mi compañero de viaje( mi querido marido) descansaba sentado en las escaleras principales, yo me dediqué a subir hasta una pequeña terraza que hay cerca de la cúpula, casi muero del vértigo. La entrada cuesta 3 eur y se sube en ascensor hasta las dos últimas plantas que hay que subirlas por unas escaleras montada sobre unos andamios. No sé si esto era provisional o es la subida que tiene siempre. Lo pasé regular, pero una vez estás arriba, las vistas merecen la pena.
En la misma plaza también se encuentran el Palazzo dei Banchi, el Palazzo de Notai y el Palazzo d´Accursio.
Dimos una pequeña vuelta por la zona y vimos la biblioteca comunale dell'Archiginasio que me dejo boquiabierta porque al entrar a su patio en sus pórticos hay una serie de frescos súper bonitos y por lo que ya merece una visita. Me quedé con ganas de verla por dentro, tal vez, en otro viaje a la ciudad. Cuando mejor estebábamos recibimos una notificación en el móvil diciendo que nos habían cancelado el vuelo de vuelta y ya nos amargó 'un poco' la tarde, así que nos fuimos para el hotel, intentamos contactar con la compañía y no tuvimos respuesta, así que ya decidimos ducharnos y bajar a cenar a una pizzería que había al lado. Por cierto, súper recomendable tanto el hotel (Hc3 Bologna)como la pizzería que se llama Reginella. Para mí una de las mejores cosas de Italia es su gastronomía nos encanta la pizza y la pasta, por eso, siempre volvemos. En las siguientes fotos os dejo una muestra. ;)
Al día siguiente nos levantamos y nos dirigimos hacia el aeropuerto de Milan-Malpensa que es desde donde salía nuestro vuelo y al final nos ubicaron en un vuelo al día siguiente. Nos llevaron a un hotel cercano al aeropuerto y nos dieron la cena, pero perdimos todo ese día de nuestro viaje, una anécdota más que siempre surge alguna.
Espero que os guste Bolonia tanto como a mí y si tenéis pensado visitarla, no dudéis, es una ciudad fantástica por su historia, su arte y su gastronomía.